El destino ha querido que el día trece Galicia fuera azotada por un temporal similar a aquel que el mismo día de hace siete años hizo naufragar al Prestige, aunque este año el país fue más afortunado porque no se produjo naufragio alguno en el mar de Finisterre, seguramente porque no navegaba por ese corredor marítimo un barco de similares características.
Siete años después, la primera pregunta es si Galicia está más preparada para hacer frente a una catástrofe como aquella y la respuesta varía en función de los alineamientos políticos. Quienes no tenemos esa servidumbre percibimos que casi todo sigue igual, los medios son escasos -se fue al “mar de Madrid” el grupo de expertos del Centro de Prevención de Contaminación Marítima sin que nadie proteste-, no hay protocolo de actuación y ante otro “accidente” se producirá la misma descoordinación entre administraciones que acabarán culpándose mientras corren los vertidos por la costa.
La segunda pregunta es saber si en estos siete años se ha hecho algo por A Costa da Morte, tradicionalmente abandonada por los sucesivos Gobiernos. Que se sepa, más allá de las compensaciones económicas puntuales tras aquella catástrofe, nada ha cambiado porque esta zona sigue arrojando datos propios de la Galicia más profunda como son las graves carencias en servicios básicos, el problema del paro que padece más que ninguna otra comarca con un índice muy bajo de población ocupada y la pérdida de habitantes porque la gente sigue emigrando cuando encuentra destino.
Llovieron las promesas y permanecen las frustraciones. Primero fue el Plan Galicia y en 2007 se presentó con gran despliegue mediático otro plan para revitalizar la comarca con muchas actuaciones, desde infraestructuras hasta captación de proyectos industriales. Las inversiones estrella iban a ser un gran vial de comunicación, que ahora se les promete concluir en esta legislatura, y el parador en Muxía que duerme envuelto en una maraña burocrática de celos y competencias entre organismos administrativos.
En fin, que este aniversario del Prestige nos recuerda que una nueva catástrofe pillaría a Galicia con las carencias de siempre y que A Costa da Morte sigue abandonada a su suerte. Como hace siete años.
Siete años después, la primera pregunta es si Galicia está más preparada para hacer frente a una catástrofe como aquella y la respuesta varía en función de los alineamientos políticos. Quienes no tenemos esa servidumbre percibimos que casi todo sigue igual, los medios son escasos -se fue al “mar de Madrid” el grupo de expertos del Centro de Prevención de Contaminación Marítima sin que nadie proteste-, no hay protocolo de actuación y ante otro “accidente” se producirá la misma descoordinación entre administraciones que acabarán culpándose mientras corren los vertidos por la costa.
La segunda pregunta es saber si en estos siete años se ha hecho algo por A Costa da Morte, tradicionalmente abandonada por los sucesivos Gobiernos. Que se sepa, más allá de las compensaciones económicas puntuales tras aquella catástrofe, nada ha cambiado porque esta zona sigue arrojando datos propios de la Galicia más profunda como son las graves carencias en servicios básicos, el problema del paro que padece más que ninguna otra comarca con un índice muy bajo de población ocupada y la pérdida de habitantes porque la gente sigue emigrando cuando encuentra destino.
Llovieron las promesas y permanecen las frustraciones. Primero fue el Plan Galicia y en 2007 se presentó con gran despliegue mediático otro plan para revitalizar la comarca con muchas actuaciones, desde infraestructuras hasta captación de proyectos industriales. Las inversiones estrella iban a ser un gran vial de comunicación, que ahora se les promete concluir en esta legislatura, y el parador en Muxía que duerme envuelto en una maraña burocrática de celos y competencias entre organismos administrativos.
En fin, que este aniversario del Prestige nos recuerda que una nueva catástrofe pillaría a Galicia con las carencias de siempre y que A Costa da Morte sigue abandonada a su suerte. Como hace siete años.
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