Desde finales de junio, nuestros lideres políticos, en celo electoral, libran una pelea dialéctica por culpa de esa Comisión de seguimiento de las obras del AVE para que se realicen al ritmo que requiere el cumplimiento del plazo comprometido de 2012.
La verdad es que malgastaron energías y perdieron el tiempo. Porque, después de la aprobación en el Congreso de esa Comisión y cuando los tres grupos gallegos habían superado sus diferencias y aparcado los protagonismos con una propuesta conjunta que expresaba “la posición de Galicia como un país unido en la defensa de los intereses generales”, aparece la ministra Salgado y dictamina que no procede convocar esa Comisión porque las infraestructuras gallegas deben ser abordadas desde el ámbito sectorial y esta vía de colaboración ya está abierta entre ambas administraciones.
La carta de la ministra sitúa esta cuestión en el peor o en el mejor de los escenarios imaginables hace unos días, según se mire: siembra el desconcierto en las filas de los socialistas gallegos obligando al presidente a hacer más de una faena de aliño ante una nueva “falta de cintura política”; da alas a sus socios de gobierno, que están capitalizando muy bien la cuestión, y carga de razón a la oposición que tiene un argumento más para seguir enredando. Políticamente, la carta es poco respetuosa y democrática porque rechaza una petición de todas las fuerzas políticas del país en unanimidad poco frecuente.
Pero tampoco hay que ser tan ingenuo como para pensar que esa Comisión es la garantía de que se ejecuten las inversiones necesarias para que el AVE llegue en el tiempo prometido. No tendrá esa fuerza y solo servirá para que sus miembros acepten educadamente los retrasos que se van a producir por “dificultades coyunturales”.
Porque, mientras el socialismo gallego siga siendo una franquicia de Madrid, como son los populares, pueden crear una comisión por kilómetro de vía, que no servirán para nada y seguirán dándonos desplantes. Pero la culpa es nuestra porque en política la mejor comisión para que las cosas funcionen es la fuerza de los votos.
La verdad es que malgastaron energías y perdieron el tiempo. Porque, después de la aprobación en el Congreso de esa Comisión y cuando los tres grupos gallegos habían superado sus diferencias y aparcado los protagonismos con una propuesta conjunta que expresaba “la posición de Galicia como un país unido en la defensa de los intereses generales”, aparece la ministra Salgado y dictamina que no procede convocar esa Comisión porque las infraestructuras gallegas deben ser abordadas desde el ámbito sectorial y esta vía de colaboración ya está abierta entre ambas administraciones.
La carta de la ministra sitúa esta cuestión en el peor o en el mejor de los escenarios imaginables hace unos días, según se mire: siembra el desconcierto en las filas de los socialistas gallegos obligando al presidente a hacer más de una faena de aliño ante una nueva “falta de cintura política”; da alas a sus socios de gobierno, que están capitalizando muy bien la cuestión, y carga de razón a la oposición que tiene un argumento más para seguir enredando. Políticamente, la carta es poco respetuosa y democrática porque rechaza una petición de todas las fuerzas políticas del país en unanimidad poco frecuente.
Pero tampoco hay que ser tan ingenuo como para pensar que esa Comisión es la garantía de que se ejecuten las inversiones necesarias para que el AVE llegue en el tiempo prometido. No tendrá esa fuerza y solo servirá para que sus miembros acepten educadamente los retrasos que se van a producir por “dificultades coyunturales”.
Porque, mientras el socialismo gallego siga siendo una franquicia de Madrid, como son los populares, pueden crear una comisión por kilómetro de vía, que no servirán para nada y seguirán dándonos desplantes. Pero la culpa es nuestra porque en política la mejor comisión para que las cosas funcionen es la fuerza de los votos.
No comments:
Post a Comment