En Pontevedra y A Coruña, en lugar de manifestarse los marginados y excluidos por la sociedad reclamando los derechos que les pertenecen se manifiestan ciudadanos de barrios de paz y orden para impedir el realojo de los chabolistas. El mundo al revés.
O Vao y Penamoa fueron una creación del sistema que los situó en zonas periféricas de ambas urbes como se arrincona a las carpetas con "asuntos que el tiempo resolverá". Y hete aquí que ahora reaparecen para demostrar que existen y poner en evidencia a los que debiendo gobernar pensando también en sus problemas, actuaron como si aquellos no existieran.
Los hechos indican que no estamos ante una explosión ocasional de rechazo, sino ante la colisión de dos mundos irreconciliables que cohabitan sin mirarse, reconocerse y relacionarse. Un problema que los gobernantes etiquetan como complejo, lo que indica que no tiene fácil solución. Seguramente la única alternativa es la que se apunta desde la Xunta: la creación de poblados de transición con programas de integración y presencia policial para proteger a los que se integren y aplicar la ley a los que sigan el camino de la delincuencia.
Es una alternativa imaginativa y quizá un primer paso en el camino de la solución al conflicto que parte de dos premisas: no todos los integrantes de la etnia gitana son delincuentes, aunque algunos sí lo son, ni todo el colectivo vecinal que se opone al realojo es racista, aunque hay mucho racismo en esta orilla. El objetivo debe ser buscar -y alcanzar- la integración de unos y vencer la resistencia de otros para que todos reconozcan y respeten el derecho a la seguridad y al trabajo, a una vivienda digna y a la convivencia en sociedad.
Tendrán trabajo los equipos de especialistas que habrán de impartir -en ambos lados- programas individuales y colectivos de integración hasta lograr una "alianza de culturas" para que estos dos mundos dejen de colisionar mirándose de reojo. Aprendida la lección de Penamoa y O Vao, cuidado con "aparcar" a los inmigrantes en guetos si queremos evitar en el futuro estallidos violentos de imprevisibles consecuencias.
O Vao y Penamoa fueron una creación del sistema que los situó en zonas periféricas de ambas urbes como se arrincona a las carpetas con "asuntos que el tiempo resolverá". Y hete aquí que ahora reaparecen para demostrar que existen y poner en evidencia a los que debiendo gobernar pensando también en sus problemas, actuaron como si aquellos no existieran.
Los hechos indican que no estamos ante una explosión ocasional de rechazo, sino ante la colisión de dos mundos irreconciliables que cohabitan sin mirarse, reconocerse y relacionarse. Un problema que los gobernantes etiquetan como complejo, lo que indica que no tiene fácil solución. Seguramente la única alternativa es la que se apunta desde la Xunta: la creación de poblados de transición con programas de integración y presencia policial para proteger a los que se integren y aplicar la ley a los que sigan el camino de la delincuencia.
Es una alternativa imaginativa y quizá un primer paso en el camino de la solución al conflicto que parte de dos premisas: no todos los integrantes de la etnia gitana son delincuentes, aunque algunos sí lo son, ni todo el colectivo vecinal que se opone al realojo es racista, aunque hay mucho racismo en esta orilla. El objetivo debe ser buscar -y alcanzar- la integración de unos y vencer la resistencia de otros para que todos reconozcan y respeten el derecho a la seguridad y al trabajo, a una vivienda digna y a la convivencia en sociedad.
Tendrán trabajo los equipos de especialistas que habrán de impartir -en ambos lados- programas individuales y colectivos de integración hasta lograr una "alianza de culturas" para que estos dos mundos dejen de colisionar mirándose de reojo. Aprendida la lección de Penamoa y O Vao, cuidado con "aparcar" a los inmigrantes en guetos si queremos evitar en el futuro estallidos violentos de imprevisibles consecuencias.
No comments:
Post a Comment