Las crisis provocan efectos perversos. Ponen al descubierto lo que se ha hecho, lo que se hace mal, y eso es bueno, en términos bíblicos. Pero también ponen en evidencia las más primarias conductas del hombre. Cuando no se encuentra una salida fácil -porque generalmente no las hay-, parece que cualquier camino es válido con tal de llegar a la meta. Y eso no es cierto. No todos los caminos valen para conseguir lo que debemos alcanzar. Por ejemplo, no se puede salir de una crisis haciendo caso omiso de los principios más elementales de la convivencia democrática, como puede ser el imperio de la ley, el principio de igualdad o el de solidaridad.
Es difícil mantener la cabeza fría, lo sé. Cualquiera puede entenderlo cuando ve a esos miles de ancianos despojados de sus ahorros, a la mitad de los jóvenes buscando su primer empleo, que se contentan con el sueldo base y dan gracias a dios por ello, a las familias que tienen que acudir a la ayuda de los abuelos... ¿Quién no va a entenderlo? Pero la diferencia entre un hombre con razón y la razón de un hombre es que el primero sabe mantener el discurso lógico.
Pero la única forma de salir de esta situación es arreglar lo que hay que arreglar, aunque eso suponga refundar instituciones y cambiar leyes. No al margen de la ley. No es tolerable ni tiene disculpa alguna que se pueda obrar haciendo tabla rasa de lo poco que aún podemos conservar. Intolerable e injustificable.
PuntoyCom
Artículos y reflexiones sobre la actualidad. Autores: José Castro López, Lito García Abad, Jennifer García Fuentes, Javier Arrieta Ferraz
Sunday, April 07, 2013
Wednesday, July 20, 2011
El caos está aquí
''¡HAY QUE VER lo que se está haciendo esperar el caos!", decía el personaje de una viñeta alarmado por el avance del gran tsunami de la crisis, ahora en forma de deuda gigantesca, que amenaza los cimientos económicos y políticos de occidente, sobre todo de la vieja Europa. No hay día sin convulsiones y en el fondo siempre están las dudas sobre la solvencia de algunos países. Las agencias de calificación se reparten el juego en esa carrera de relevos para agitar a los mercados, el sobrecoste de la deuda alcanza porcentajes alarmantes, caen las bolsas, los países no pueden sostener el ritmo de vida que llevan e implantan medidas de ajuste brutales -las últimas en Italia- y parece que caminamos hacia el abismo. Todo indica que el caos ya está aquí. La vieja Europa, que no fue capaz de articularse en una unión política y fiscal, se muestra hoy desunida y torpe para dar respuestas firmes y rápidas para rescatar a pequeños países en dificultades y, de seguir por este camino, va a tener que rescatarse a sí misma si quiere salvar la unidad económica y monetaria y mantener el sueño de alcanzar algún día la unidad política. Está en juego todo el entramado de la Unión, desde la estabilidad del euro hasta el mercado único. Europa es simpática, aburrida e irrelevante, no es lo suficientemente peligrosa para llamar la atención ni lo suficientemente dinámica e influyente para atraerla, como ocurre con China, escribía en octubre de 2009 Timothy Garton Ash, que ya entonces, en circunstancias bien distintas, decía que el viejo continente es como una gran Suiza dividida en cantones y cada uno de ellos defiende ferozmente sus tradiciones y su autogobierno pero, como dice Moisés Naím, son incapaces de defender juntos el proyecto más imaginativo e innovador de la geopolítica mundial como es consolidar a Europa como un actor económico integrado y un protagonista político cohesionado en el escenario internacional. Sobra proteccionismo, falta liderazgo y privan un cúmulo de intereses que son el reflejo de la resistencia de cada nación a perder el poder. Mañana Europa tiene una cita con el destino y si no alcanza un compromiso colectivo para salvar a Grecia, evitar nuevos rescates de Irlanda y Portugal y apuntalar la eurozona, como dice el ministro de Finanzas italiano, nos hundimos todos, incluidos los pasajeros de primera clase.
Wednesday, July 13, 2011
Semana aciaga
La pasada fue una semana aciaga para Galicia. Primero, por la desaparición del Códice Calixtino, una joya poco protegida y mal custodiada, que contiene una parte singular de la historia del país y es patrimonio gallego y de la humanidad.
Pero detrás de esta noticia de alcance quedaron como eclipsadas dos informaciones que tienen gran importancia económica para el país. La primera es la enésima crisis del sector naval, esta vez por la suspensión de las bonificaciones fiscales en la construcción de barcos decretada por el Ministerio de Economía hasta que la Unión Europea resuelva la denuncia presentada por varios países europeos.
La paralización de las exenciones fiscales amenaza a un sector estratégico de la economía gallega cuyos astilleros pueden perder hasta 11.000 millones de euros en nuevos contratos y el país 15.000 puestos de trabajo. Es curioso que España esté en el punto de mira cuando la construcción naval también está incentivada en otros países de distintas formas y cuantía.
La segunda noticia es la negativa del Gobierno a sentarse a negociar los 805 millones de euros que le reclama la Xunta. Dos anotaciones previas. Primera, el sistema de financiación autonómica es complejo y quizá en el modelo pactado quedaron flecos que se prestan a distintas interpretaciones. En segundo lugar, es sabido que las relaciones entre el Gobierno central y la actual Xunta nunca fueron fluidas y evidencian un deterioro institucional importante que perjudica a ambas partes, seguramente más a Galicia. Por tanto, no es fácil determinar quien tiene más razón en este asunto.
Pero estas consideraciones no impiden concluir que es poco edificante, por decirlo de manera suave, que el Gobierno de España, quebrantando principios elementales de toda negociación, mantenga una actitud de bloqueo y sean sus propios "enviados especiales" a la mesa negociadora -dos directores generales- quienes inviten a la Xunta a reclamar por vía judicial los millones del plan de financiación. Habrá que recordarles que Galicia también es Estado.
En fin, que la semana pasada no solo se cumplió aquí la ley, sino que el propio Murphy desarrolló su reglamento. ¿Aparecerá el Calixtino, Bruselas y Madrid levantarán el veto a las ayudas fiscales al sector naval y Xunta y Gobierno recompondrán sus relaciones? Todo está en el aire, salvo milagro del señor Santiago.
Monday, July 11, 2011
Doblan las campanas
Oí contar a un paisano leído que había en su aldea un terrateniente acaudalado que en la posguerra prestaba dinero a los labradores empobrecidos exigiendo unas “fianzas” e intereses insoportables que aquella gente pobre tenía que aceptar para poder dar de comer a los hijos. El rico del pueblo tenía la exclusiva del negocio de prestamista en el entorno de aquel concello rural en aquella Galicia de la autarquía, de la subsistencia y de la cartilla de racionamiento y ejerció su oficio hasta que se instaló en la capital municipal la primera sucursal de la Caja de Ahorros.
La Caja popularizó en la localidad un modo de hacer banca con una fórmula elemental como era fomentar y recoger el ahorro de los paisanos que se anotaba en las populares libretas -desde entonces cada niño nace con su libreta de la caja- y se lo devolvía en forma de pequeños préstamos para comprar una vaca, para hacer frente a necesidades imperiosas o para realizar pequeñas inversiones. Además, la caja impulsaba actividades culturales y recreativas e hizo posible que varios rapaces del pueblo pudieran ir a la universidad con sus becas y con su crédito-estudio.
Aquella oficina minúscula acabó con la usura del terrateniente y salvó de la exclusión financiera a los labradores, a los comerciantes y profesionales autónomos que ni se atrevían a pisar la moqueta y los mármoles de los bancos instalados en la ciudad, ocupados en otras operaciones, y no tenían tiempo para “perder” con gentes del rural que les reportaban escasa rentabilidad.
Ahora, los vecinos de aquella aldea ven con asombro como su caja -y otras- desaparece por la vía de su transformación en un banco a causa de los graves errores en la gestión que no quisieron cortar los órganos de gobierno y los supervisores. Y piensan que con este cambio de nombre y de filosofía volverá a aparecer el terrateniente prestamista, ahora con nombre de marca bancaria, que sin aquella vinculación al territorio y sin competencia, pondrá condiciones más duras para todas las operaciones financieras.
Por eso, los lugareños -labradores modestos, autónomos y los escolares- tañen las campanas del pueblo que doblan por la pérdida de su caja, el referente financiero que sacó a la aldea de la exclusión financiera, la sirvió lealmente, contribuyó a su desarrollo y progreso y era la última trinchera de protección que les quedaba frente al oligopolio de la banca. Seguramente la historia juzgará con rigor a los culpables de esta desfeita, pero ellos lloraran la pérdida de su caja, un vecino muy querido que echarán mucho de menos.
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