Hace años arbitró en Riazor un colegiado que perjudicó seriamente a aquel Deportivo que peleaba en los campos de la primera división para mantener la categoría. Pocos días después de aquel "robo" su presidente sentenciaba: "Que ese árbitro no vuelva jamás por La Coruña", sentencia que los periódicos publicaron a toda página.
Rescato del recuerdo la reacción indignada de aquel presidente a propósito de la actuación que están teniendo los árbitros del partido que se libra en el sistema financiero gallego en el que se está jugando el futuro de dos entidades y las posibilidades de que este país siga compitiendo en la primera división de las finanzas o deslocalice sus ahorros y pierda sus cajas, con todo el patrimonio acumulado en su centenaria trayectoria vinculada a Galicia.
A día de hoy puede que la galleguidad de las cajas agonice. O no. Si Galicia las perdiera la causa habría que buscarla en la bisoñez y torpezas que se cometieron aquí por parte de todos y, sobre todo, en el acuerdo entre el Gobierno y la oposición popular que tienen diseñado un modelo de cajas para todas las comunidades, salvo para aquellas "de especial interés de ambos" que conservarán sus entidades y su centro de poder financiero. Como los árbitros en el fútbol, el Gobierno de España -y la oposición- también "favorecen" siempre a las autonomías afines, entre las que no está Galicia.
Parafraseando a aquel presidente del Depor, que esos políticos, que lo embarullan todo, dejen en paz a Galicia y dejen negociar a las propias cajas que dieron pruebas sobradas de vinculación a esta tierra y de defensa de sus intereses económicos, culturales y sociales en momentos delicados. El Banco de España les otorga ahora el protagonismo que se les quiso arrebatar y les pertenece en esta historia de la fusión. Ambas tienen acreditada experiencia en uniones anteriores y, si les dejan, sabrán encontrar una salida conjunta, empresarial y gallega que acabe con la crispación social.
Es también la hora de la sociedad civil, de las instituciones, plataformas y colectivos sensibles con los temas del país que, además de exigir responsabilidades, deben ayudar a impedir una expropiación financiera de nefastas consecuencias económicas para Galicia.
Rescato del recuerdo la reacción indignada de aquel presidente a propósito de la actuación que están teniendo los árbitros del partido que se libra en el sistema financiero gallego en el que se está jugando el futuro de dos entidades y las posibilidades de que este país siga compitiendo en la primera división de las finanzas o deslocalice sus ahorros y pierda sus cajas, con todo el patrimonio acumulado en su centenaria trayectoria vinculada a Galicia.
A día de hoy puede que la galleguidad de las cajas agonice. O no. Si Galicia las perdiera la causa habría que buscarla en la bisoñez y torpezas que se cometieron aquí por parte de todos y, sobre todo, en el acuerdo entre el Gobierno y la oposición popular que tienen diseñado un modelo de cajas para todas las comunidades, salvo para aquellas "de especial interés de ambos" que conservarán sus entidades y su centro de poder financiero. Como los árbitros en el fútbol, el Gobierno de España -y la oposición- también "favorecen" siempre a las autonomías afines, entre las que no está Galicia.
Parafraseando a aquel presidente del Depor, que esos políticos, que lo embarullan todo, dejen en paz a Galicia y dejen negociar a las propias cajas que dieron pruebas sobradas de vinculación a esta tierra y de defensa de sus intereses económicos, culturales y sociales en momentos delicados. El Banco de España les otorga ahora el protagonismo que se les quiso arrebatar y les pertenece en esta historia de la fusión. Ambas tienen acreditada experiencia en uniones anteriores y, si les dejan, sabrán encontrar una salida conjunta, empresarial y gallega que acabe con la crispación social.
Es también la hora de la sociedad civil, de las instituciones, plataformas y colectivos sensibles con los temas del país que, además de exigir responsabilidades, deben ayudar a impedir una expropiación financiera de nefastas consecuencias económicas para Galicia.