Cuando las representaciones teatrales se celebraban en los corrales o patios de vecindad, que eran unos recintos al aire libre que rebosaban vida y bullicio, el telón del escenario tenía una mirilla por la que empresarios y actores veían cuál era la actitud del público que esperaba la función y si se mostraba un tanto alborotado o nervioso exclamaban: ¡cómo está el patio!
La frase refleja y resume el clima que reina en el país desde hace días. Pero ahora somos los ciudadanos quienes observamos a los actores que en el primer acto de la representación fueron el Gobierno y los transportistas. Desde nuestra peculiar mirilla hemos contemplado el espectáculo de la bronca en las carreteras con gran violencia de manifestantes y piquetes y la paralización de mucha actividad en el país; hemos visto a agricultores que tiraban miles de litros de leche, a industrias y empresas cerradas y padecimos otros atropellos al derecho a la normalidad, lo que encendió las alarmas sociales y evidenció la pésima gestión inicial del Gobierno en el manejo del conflicto. ¡Cómo está el patio!
De ese "paro patronal" todos salimos tocados: el Gobierno, los transportistas, la economía muy deteriorada y los trabajadores y ciudadanos que se enfrentan a regulaciones, despidos y una subida brutal de precios. Y la situación puede empeorar -el transporte parece un ensayo general- porque sigue abierto el problema de la flota pesquera, amenazan los funcionarios y se anuncian reivindicaciones de otros colectivos. El mismo conflicto de los transportistas está mal cerrado y reaparecerá si sigue la escalada de precio del crudo que algún experto predice llegará a los 250 dólares, insoportable para la mayoría de las economías empresariales y domésticas.
Con el patio así de revuelto se echa de menos un poco de "orden y concierto", más allá del optimismo oficial en el que está instalado el Gobierno, empeñado en disfrazar la realidad con eufemismos. Esa actitud no genera confianza en los ciudadanos y, en una lamentable huida hacia delante, puede llevarle a seguir gestionando mal una crisis que no quiere reconocer.
La frase refleja y resume el clima que reina en el país desde hace días. Pero ahora somos los ciudadanos quienes observamos a los actores que en el primer acto de la representación fueron el Gobierno y los transportistas. Desde nuestra peculiar mirilla hemos contemplado el espectáculo de la bronca en las carreteras con gran violencia de manifestantes y piquetes y la paralización de mucha actividad en el país; hemos visto a agricultores que tiraban miles de litros de leche, a industrias y empresas cerradas y padecimos otros atropellos al derecho a la normalidad, lo que encendió las alarmas sociales y evidenció la pésima gestión inicial del Gobierno en el manejo del conflicto. ¡Cómo está el patio!
De ese "paro patronal" todos salimos tocados: el Gobierno, los transportistas, la economía muy deteriorada y los trabajadores y ciudadanos que se enfrentan a regulaciones, despidos y una subida brutal de precios. Y la situación puede empeorar -el transporte parece un ensayo general- porque sigue abierto el problema de la flota pesquera, amenazan los funcionarios y se anuncian reivindicaciones de otros colectivos. El mismo conflicto de los transportistas está mal cerrado y reaparecerá si sigue la escalada de precio del crudo que algún experto predice llegará a los 250 dólares, insoportable para la mayoría de las economías empresariales y domésticas.
Con el patio así de revuelto se echa de menos un poco de "orden y concierto", más allá del optimismo oficial en el que está instalado el Gobierno, empeñado en disfrazar la realidad con eufemismos. Esa actitud no genera confianza en los ciudadanos y, en una lamentable huida hacia delante, puede llevarle a seguir gestionando mal una crisis que no quiere reconocer.
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