Agosto es prácticamente inhábil y los sucesos suelen acaparar los mejores espacios en los medios de comunicación. Por eso, tampoco es un buen mes para presentar estudios relevantes porque corren el riesgo de pasar desapercibidos.
Pero hay excepciones. La semana pasada, investigadores de la USC daban a conocer las conclusiones de un estudio, que se pueden reducir a dos: primera, que en Galicia la proporción de personas mayores de sesenta años crece imparablemente y ya se acerca al 30% del total de la población, el doble de hace cuarenta años, por una mayor esperanza de vida, la caída de la natalidad y el rebrote de la emigración.
La segunda conclusión de ese estudio es esa nueva ola emigratoria, el rebrote de un proceso que ahora se ceba con virulencia en la juventud que se ve obligada a emigrar porque en su país solo encuentran subempleos y precariedad laboral con retribuciones de miseria.
Unos, los de menos cualificación profesional se van a allí (Canarias, Baleares?) donde encuentran estabilidad y retribuciones salariales acordes a su formación y esfuerzo en los sectores de la construcción o en la hostelería. Otros, aquellos que han cursado sus estudios con brillantez y están muy bien preparados, se van a las economías pujantes y consolidadas de Madrid, Barcelona y Valencia o a Portugal e Inglaterra (titulados en Ciencias de la Salud), donde son valorados y apreciados.
Ambas conclusiones eran conocidas, pero las cifras son escalofriantes. En los últimos cinco años se fueron unos 69.000 jóvenes con oficio aprendido y estudios universitarios, un drama que descapitaliza al país de su activo más importante, que tendría que ser el recambio biológico para el sistema productivo.
Que nuestras empresas e instituciones dejen marchar a la juventud trabajadora y bien formada puede ser una prueba de que la nuestra es una economía concebida más como un negocio a corto plazo que con el objetivo de permanecer en mercados competitivos. Porque un país incapaz de fijar a su población joven con empleos decentes puede crecer coyunturalmente más que España, pero tiene poco futuro.